Tatuaje

tatEra hermosa y rubia, como la cerveza. Dejó transcurrir una pausa larga antes de continuar en ese tono confidencial: El ombligo tatuado con un corazón. ¿Ella vino en un barco…, de nombre extranjero? —preguntó su amigo, que era todo oídos—. En uno de esos cruceros que atracan continuamente, quiero decir. Si, así es. La encontré en el puerto un anochecer. En su voz amarga había la tristeza, doliente y cansada, del acordeón. Aún recuerdas el momento… Cómo olvidarlo. Fue una aparición, justo al final de aquella tarde, cuando el blanco faro, sobre los veleros, su beso de plata dejaba caer.
Levantaron sus culos del muelle y se encaminaron a la taberna. El sitio hedía a sudor y alcohol mal destilado. Allí el afectado prosiguió con la narración de los hechos: Se confió a mí. Quería de algún modo sacar aquel dolor, aquello que no la dejaba en paz. Y, ante dos copas de aguardiente, sobre el manchado mostrador, ella fue contándome, entre dientes, la vieja historia de su amor: “Mira mi brazo tatuado —dijo—, con este nombre de varón. Es el recuerdo de un pasado, que nunca más ha de volver. Él me quiso y me ha olvidado. En cambio, yo, no lo olvidé. Y para siempre voy marcada con este nombre de gachó.” ¡Terrible! ¿Y qué ocurrió después? Me has intrigado. Nada, ella se fue una tarde, con rumbo ignorado; en el mismo barco que la trajo a mí. Pero entre mis labios…, entre mis labios se dejó olvidado… Un beso de amante que yo le pedí. ¡Oh! Eso marca. Ahora errante la busco por todos los puertos, a las azafatas pregunto por ella. Y nadie me dice si está viva o muerta, y sigo en mi duda buscándola fiel. ¿Y lo has intentado? ¿Con la naviera, a través de las redes sociales? Todo ha sido inútil. Y sigo con la misma pena. Y ya nada me vale. Y voy sangrando lentamente, de mostrador en mostrador; ante una copa de aguardiente donde se ahoga mi dolor. Bueno, chico; mejor la fueras olvidando. ¿Cómo pretendes que lo haga? ¿Cómo crees que lo puedo hacer? Mira su nombre, tatuado en la caricia de mi piel. A fuego lento se ha marcado y para siempre iré con él. Quizás ella me ha olvidado, en cambio yo no la olvidé, y, hasta que no la haya encontrado, sin descansar la buscaré.

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